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¿Kylie Jenner, superestrella? No para mí

La influencer Kylie Jenner.
La influencer Kylie Jenner.GTRES
Actualizado

No soy yo nadie para discutir la fama de Kylie Jenner, pero sí para comentarla. La menor de las Kardashian es una de las mujeres más conocidas del mundo. Cuando, con su empresa de cosmética, se convirtió en milmillonaria, su cara pasó de columnas como ésta a la prensa económica. Lo cual en teoría es ascender, pero yo no lo tengo tan claro. Porque fueron luego articulistas como yo los que, con muy buenas bases, cuestionaban la fortuna de la veinteañera, un hecho que determinados medios especializados en finanzas dieron por hecho sin mirar más allá.

Lo de "hecha a sí misma" (algo que aparecía en un reportaje que apestaba a promo pagada) no hacía falta ni comentarlo. Era mucho más interesante probar que la implicación de Kylie con su imperio es, cómo el imperio mismo, cosmética. Que, como en casi todo en el clan Kardashian, es Kris, la matriarca, la que maneja el cotarro. De ella saldría seguramente la idea de confirmar que, efectivamente, los neumáticos labios de Kylie no son fruto de su pericia con el maquillaje, sino el resultado de una infiltración. Entonces la hija menor de Kris ya había vendido cientos de miles de unidades de sus productos destinados a conseguir esos morros abultados que en poco tiempo pasaron a ser un fetiche para las chavalas del mundo entero. Cuando, hace relativamente poco, Jedet bromeaba con su propia boca, también inflada artificialmente, parecía olvidar lo mucho que había adorado públicamente a Kylie Jenner.

Para su generación (la de Jedet), Kylie es una superestrella. Para la mía no. Y para Demi Moore claramente tampoco. Se ha viralizado un video de la gala de los Globos de Oro en el que Moore saluda a los invitados de una de las mesas mejor situadas. Ahí estaban sentados Elle Fanning y Timothée Chalamet. También Kylie Jenner, pareja actual de este último. Demi hace como que Kylie no existe y Kylie hace como que sabe que el vídeo se va a viralizar y no precisamente en su cuenta. Ser superfamosa puede implicar que te superignoren.

Fue imposible ignorarla en el desfile parisino de la marca Coperni hace unos meses. La firma, para lograr mayor visibilidad, contó con Kylie como modelo de una colección que, para más delirio trash, se presentó en Disneyland París. Sin duda mucha gente se enteraría en ese momento de que Coperni existe. Otros, como yo, la colocamos automáticamente en la categoría de horteradas. El éxito de las Kardashian procede de ser tan ostentosas como vulgares y Kylie Jenner es el espécimen más evolucionado de esa raza. Pero la pobre decidió acudir a los Globos de Oro justo en la edición en que estos premios intentaron (y lograron) alejarse lo más posible de lo hortera y lo trash y reivindicarse como una noche digna y prestigiosa. Ninguna Kardashian es nada de eso.